Por: Juan Manuel López
Hace muchos años, tantos que la humanidad no podría recordar, existía un pequeño pueblo llamado Paraíso. Era un lugar muy tranquilo, lleno de vida y gente trabajadora, sin embargo existía una condición climática muy extraña, ya que a pesar de su nombre en el pueblo jamás llovía.
Un día como cualquier otro, una gota cayo sobre la nariz de un niño y repentinamente comenzó a llover. El extraño suceso llego sin aviso, y todos corrieron a refugiarse; la gente del pueblo estaba asustada pues ese líquido extraño caía del cielo y nadie sabía que era lo que haría.
Pronto los secos cultivos florecieron y el pueblo dejo de tener miedo, festejaron la llegada del agua que trajo alegría a sus vidas, y como era costumbre en Paraíso, todos trabajaron alegremente pensando en un mejor futuro para todos.
Hace muchos años, tantos que la humanidad no podría recordar, existía un pequeño pueblo llamado Paraíso. Era un lugar muy tranquilo, lleno de vida y gente trabajadora, sin embargo existía una condición climática muy extraña, ya que a pesar de su nombre en el pueblo jamás llovía.
Un día como cualquier otro, una gota cayo sobre la nariz de un niño y repentinamente comenzó a llover. El extraño suceso llego sin aviso, y todos corrieron a refugiarse; la gente del pueblo estaba asustada pues ese líquido extraño caía del cielo y nadie sabía que era lo que haría.
Pronto los secos cultivos florecieron y el pueblo dejo de tener miedo, festejaron la llegada del agua que trajo alegría a sus vidas, y como era costumbre en Paraíso, todos trabajaron alegremente pensando en un mejor futuro para todos.