Por: Juan Manuel López
Dentro de la perfección de nuestro mundo podemos observar muchos fenómenos que son realmente hermosos e inspiradores, por ejemplo, encontramos al movimiento de rotación de la tierra que nos regala la posibilidad de experimentar cambios de acuerdo con las cuatro estaciones o periodos del año, en los que las condiciones climáticas imperantes cambian nuestros estados de ánimo, emociones e incluso, sentimientos.
La estación más alegre es sin lugar a dudas la Primavera, aquella estación esperanzadora que nos trae como regalo el perfumado olor a flores y la posibilidad de ver a pequeñas avecillas romper el cascaron para verlas revolotear por todas partes, sin embargo poco después llega el verano, que si bien no es tan diferente a la primavera, si es más caótico e inestable. El otoño cambia el colorido de las flores y los árboles, ya que adquieren un color amarillento y café que comienza a recordarnos que están por llegar el invierno, la estación que representa a la muerte, pero a la vez una posibilidad de evolución y transición.
Así como podemos describir lo que sentimos al observar este fenómeno de la naturaleza en el mundo, existió un gran músico que tuvo a bien regalarnos piezas de arte hechas partituras, cuatro conciertos que representan cada una de las estaciones, recordándonos cada una de ellas en hermosas melodías que hacen que te transportes hasta ese ambiente y sientas lo que en algún momento viviste y disfrutaste.
Por supuesto me refiero a Antonio Vivaldi, quien fuera capaz de componer música imaginativa, original y fresca dentro de la estética restringida de la representación literal, estas características atestiguan su extraordinaria habilidad como compositor y orquestador.
Uno de sus mayores logros en materia de pintura tonal se encuentra en Las Cuatro Estaciones, que fuesen apreciados de inmediato por el público, la nobleza y la prensa, ya que en cada uno de estos conciertos se describe una estación del año, constituyendo la culminación de los experimentos de Vivaldi en música pictórica.
Las Cuatro Estaciones se encuentran dentro de los Conciertos para Violín Opus 8 que fueron publicados en 1725; esta obra de Vivaldi está formada por doce conciertos para violín y orquesta de los cuales los primeros cuatro comprenden dichas estaciones, que van desde la tranquila alegría del primer movimiento de La Primavera, pasando por la enérgica vitalidad del tercero de El Verano, hasta la densa atmósfera del segundo de El Otoño.
Los conciertos de Las Cuatro Estaciones exhiben una variada gama de recursos expresivos que son fácilmente captados por el oyente, ya que la música de Vivaldi se reconoce como descriptiva, donde lo más importante era hacer que el oyente se transportará a ese ambiente que sólo su música podía dar a conocer.
Vivaldi es sin duda un músico, lo es en toda la extensión de la palabra. Sabe que debe preservar materiales y sabe también que en esa emergente escasez está la gran posibilidad de desarrollo, de juego, de fantasía, de conquistar ideas y objetivos desde diferentes puntos de vista antes que por el mero ofrecimiento de vastos muestrarios temáticos.
La popularidad de Las Cuatro Estaciones ha impresionado a los compositores posteriores. Es por eso que estos conciertos contribuyeron en gran medida al creciente interés por la música descriptiva de la naturaleza y de la vida campestre.
De esta forma, ahora que estamos en pleno cambio de estación, te recomiendo escuchar los conciertos de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, de esta forma podrás reconocer la descripción sonora que hace este músico de este regalo de la naturaleza y como es que nosotros con base en nuestra apreciación estética, logramos comprender, pero más allá de ello, logramos disfrutar.icar.
Dentro de la perfección de nuestro mundo podemos observar muchos fenómenos que son realmente hermosos e inspiradores, por ejemplo, encontramos al movimiento de rotación de la tierra que nos regala la posibilidad de experimentar cambios de acuerdo con las cuatro estaciones o periodos del año, en los que las condiciones climáticas imperantes cambian nuestros estados de ánimo, emociones e incluso, sentimientos.
La estación más alegre es sin lugar a dudas la Primavera, aquella estación esperanzadora que nos trae como regalo el perfumado olor a flores y la posibilidad de ver a pequeñas avecillas romper el cascaron para verlas revolotear por todas partes, sin embargo poco después llega el verano, que si bien no es tan diferente a la primavera, si es más caótico e inestable. El otoño cambia el colorido de las flores y los árboles, ya que adquieren un color amarillento y café que comienza a recordarnos que están por llegar el invierno, la estación que representa a la muerte, pero a la vez una posibilidad de evolución y transición.
Así como podemos describir lo que sentimos al observar este fenómeno de la naturaleza en el mundo, existió un gran músico que tuvo a bien regalarnos piezas de arte hechas partituras, cuatro conciertos que representan cada una de las estaciones, recordándonos cada una de ellas en hermosas melodías que hacen que te transportes hasta ese ambiente y sientas lo que en algún momento viviste y disfrutaste.
Por supuesto me refiero a Antonio Vivaldi, quien fuera capaz de componer música imaginativa, original y fresca dentro de la estética restringida de la representación literal, estas características atestiguan su extraordinaria habilidad como compositor y orquestador.
Uno de sus mayores logros en materia de pintura tonal se encuentra en Las Cuatro Estaciones, que fuesen apreciados de inmediato por el público, la nobleza y la prensa, ya que en cada uno de estos conciertos se describe una estación del año, constituyendo la culminación de los experimentos de Vivaldi en música pictórica.
Las Cuatro Estaciones se encuentran dentro de los Conciertos para Violín Opus 8 que fueron publicados en 1725; esta obra de Vivaldi está formada por doce conciertos para violín y orquesta de los cuales los primeros cuatro comprenden dichas estaciones, que van desde la tranquila alegría del primer movimiento de La Primavera, pasando por la enérgica vitalidad del tercero de El Verano, hasta la densa atmósfera del segundo de El Otoño.
Los conciertos de Las Cuatro Estaciones exhiben una variada gama de recursos expresivos que son fácilmente captados por el oyente, ya que la música de Vivaldi se reconoce como descriptiva, donde lo más importante era hacer que el oyente se transportará a ese ambiente que sólo su música podía dar a conocer.
Vivaldi es sin duda un músico, lo es en toda la extensión de la palabra. Sabe que debe preservar materiales y sabe también que en esa emergente escasez está la gran posibilidad de desarrollo, de juego, de fantasía, de conquistar ideas y objetivos desde diferentes puntos de vista antes que por el mero ofrecimiento de vastos muestrarios temáticos.
La popularidad de Las Cuatro Estaciones ha impresionado a los compositores posteriores. Es por eso que estos conciertos contribuyeron en gran medida al creciente interés por la música descriptiva de la naturaleza y de la vida campestre.
De esta forma, ahora que estamos en pleno cambio de estación, te recomiendo escuchar los conciertos de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, de esta forma podrás reconocer la descripción sonora que hace este músico de este regalo de la naturaleza y como es que nosotros con base en nuestra apreciación estética, logramos comprender, pero más allá de ello, logramos disfrutar.icar.