Por: Juan Manuel López Cruz
Famosa por su intenso color amarillo y por su tradicional uso en las ofrendas de Día de Muertos, el cempasúchil es una de las plantas ícono de México en el mundo.
También conocida como la "flor de veinte pétalos" (por sus raíces en lengua náhuatl: cempoal que significa veinte y xochitl flor) es de los únicos ornamentos que logran proyectar la luz más intensamente, característica que la hace única y representativa de esta época.
El cempasúchil es una planta que sólo florece después de la época de lluvias, característica que la hace propia del otoño, razón por la cual se ha convertido en uno de los adornos más populares en las tumbas y ofrendas de Día de Muertos, que junto con las calaveritas de azúcar y el pan de muerto, en uno de los íconos de estas festividades a los difuntos (celebradas en México durante los días 1 y 2 de noviembre).
Los mexicas la eligieron para tupir con cientos de ejemplares los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos. Esta hermosa tradición se mantiene hasta nuestros días, cuando podemos admirarla convertida en una de las protagonistas de nuestras celebraciones.
Aparte de su función decorativa, la flor de cempasúchil también ha sido aprovechada para fabricar insecticidas y ciertos medicamentos que nos recuerdan el uso que los antiguos mexicanos también le dieron como parte integral de su medicina tradicional. Ejemplo de ello es que ha sido una aliada para aplacar los cólicos estomacales, pues es sabido que un té preparado con los botones y tallos de esta flor puede hacer maravillas por el estómago.
De esta forma, la flor de cempasúchil no es sólo un deleite a la vista, sino también uno de los elementos representativos de una tradicional festividad mexicana que cautiva y llama la atención en el mundo entero, por su colorido y espiritualidad.
Famosa por su intenso color amarillo y por su tradicional uso en las ofrendas de Día de Muertos, el cempasúchil es una de las plantas ícono de México en el mundo.
También conocida como la "flor de veinte pétalos" (por sus raíces en lengua náhuatl: cempoal que significa veinte y xochitl flor) es de los únicos ornamentos que logran proyectar la luz más intensamente, característica que la hace única y representativa de esta época.
El cempasúchil es una planta que sólo florece después de la época de lluvias, característica que la hace propia del otoño, razón por la cual se ha convertido en uno de los adornos más populares en las tumbas y ofrendas de Día de Muertos, que junto con las calaveritas de azúcar y el pan de muerto, en uno de los íconos de estas festividades a los difuntos (celebradas en México durante los días 1 y 2 de noviembre).
Los mexicas la eligieron para tupir con cientos de ejemplares los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos. Esta hermosa tradición se mantiene hasta nuestros días, cuando podemos admirarla convertida en una de las protagonistas de nuestras celebraciones.
Aparte de su función decorativa, la flor de cempasúchil también ha sido aprovechada para fabricar insecticidas y ciertos medicamentos que nos recuerdan el uso que los antiguos mexicanos también le dieron como parte integral de su medicina tradicional. Ejemplo de ello es que ha sido una aliada para aplacar los cólicos estomacales, pues es sabido que un té preparado con los botones y tallos de esta flor puede hacer maravillas por el estómago.
De esta forma, la flor de cempasúchil no es sólo un deleite a la vista, sino también uno de los elementos representativos de una tradicional festividad mexicana que cautiva y llama la atención en el mundo entero, por su colorido y espiritualidad.