Por: Juan Manuel López
Ser mexicano implica que seguramente en algún momento de tu vida te hayas hecho nombrar como rudo o técnico, dependía de si querías pertenecer al lado de los buenos o malos, esto, claro está, en referencia a la lucha libre, el deporte – espectáculo más popular durante los primeros años de la televisión mexicana.
Al tener tanta popularidad, la lucha libre evolucionó y el séptimo arte le abrió las puertas, es así que el director Chano Urueta realizó el primer filme de luchadores, el cual llevaba por nombre “La bestia magnífica” (1952) iniciando de esta forma un género propio de los mexicanos que no ha tenido equivalente en la cinematografía mundial.
El recién naciente cine de luchadores se popularizó enormemente entre los años cincuenta y sesenta. En poco tiempo, los nombres de El Santo, Blue Demon y el Mil Máscaras se integraron a la galería de estrellas del cine mexicano.
La popularidad de este género trascendió las fronteras de nuestro país, al grado de que en Francia se le considera como un producto casi artístico, razón por la cual la Cinemateca Francesa es la única en el mundo que posee la colección más grande de filmes de lucha libre fuera de México.
Sin embargo a pesar de que el género es muy divertido y socorrido en la televisión, los grandes críticos nunca le hicieron caso, al contrario cada que han podido lo han atacado, cuando el cine de luchadores es el más genuino invento mexicano.
Al tener tanta popularidad, la lucha libre evolucionó y el séptimo arte le abrió las puertas, es así que el director Chano Urueta realizó el primer filme de luchadores, el cual llevaba por nombre “La bestia magnífica” (1952) iniciando de esta forma un género propio de los mexicanos que no ha tenido equivalente en la cinematografía mundial.
El recién naciente cine de luchadores se popularizó enormemente entre los años cincuenta y sesenta. En poco tiempo, los nombres de El Santo, Blue Demon y el Mil Máscaras se integraron a la galería de estrellas del cine mexicano.
La popularidad de este género trascendió las fronteras de nuestro país, al grado de que en Francia se le considera como un producto casi artístico, razón por la cual la Cinemateca Francesa es la única en el mundo que posee la colección más grande de filmes de lucha libre fuera de México.
Sin embargo a pesar de que el género es muy divertido y socorrido en la televisión, los grandes críticos nunca le hicieron caso, al contrario cada que han podido lo han atacado, cuando el cine de luchadores es el más genuino invento mexicano.
Por supuesto que debemos ser consientes que éste es un género de poca producción, pero no por ello deja de ser divertido y curioso analizar como fomenta el mito del luchador y como retrata una época antes de que México fuera desbordado por el narcotráfico y la delincuencia.
También cabe destacar que el cine de luchadores mantuvo por mucho tiempo a la industria del cine mexicano, ya que la fascinación del público por este género radica en las máscaras de los luchadores, los argumentos, en las tramas que eran inverosímiles (pero que siempre nos han parecido sorprendentes), las escenografías, entre muchos otros aspectos.
Datos curiosos de la historia del pancracio en el cine mexicano es que la cinta inaugural del género El Enmascarado de Plata, curiosamente no la protagoniza Santo, el film dirigido por René Cardona fue protagonizado por El Médico Asesino, además que se conocía la versión de hora y media, hasta que Guillermo del Toro compartió la versión completa que consta de 2 horas. Otro ejemplo se encuentra en la película Santo contra la invasión de los marcianos, en la que los alienígenas que llegan a la Ciudad Deportiva, desintegran a muchos niños que estaban ahí porque Santo llega tarde a combatirlos, un dato importante es también volver a ver las películas de La Sombra Vengadora, de los años 50, que andaba combatiendo a La Mano Negra que estaba tras la fórmula del Doctor Williams para elaborar ¡drogas sintéticas!
La verdad es que los escritores eran unos verdaderos visionarios, ya que tomaban temas que iban desde lo más fantasioso, hasta temas de índole social que afectaban en ese momento a la población mexicana, por supuesto, los héroes enmascarados iban al rescate saliendo victoriosos siempre.
También cabe destacar que el cine de luchadores mantuvo por mucho tiempo a la industria del cine mexicano, ya que la fascinación del público por este género radica en las máscaras de los luchadores, los argumentos, en las tramas que eran inverosímiles (pero que siempre nos han parecido sorprendentes), las escenografías, entre muchos otros aspectos.
Datos curiosos de la historia del pancracio en el cine mexicano es que la cinta inaugural del género El Enmascarado de Plata, curiosamente no la protagoniza Santo, el film dirigido por René Cardona fue protagonizado por El Médico Asesino, además que se conocía la versión de hora y media, hasta que Guillermo del Toro compartió la versión completa que consta de 2 horas. Otro ejemplo se encuentra en la película Santo contra la invasión de los marcianos, en la que los alienígenas que llegan a la Ciudad Deportiva, desintegran a muchos niños que estaban ahí porque Santo llega tarde a combatirlos, un dato importante es también volver a ver las películas de La Sombra Vengadora, de los años 50, que andaba combatiendo a La Mano Negra que estaba tras la fórmula del Doctor Williams para elaborar ¡drogas sintéticas!
La verdad es que los escritores eran unos verdaderos visionarios, ya que tomaban temas que iban desde lo más fantasioso, hasta temas de índole social que afectaban en ese momento a la población mexicana, por supuesto, los héroes enmascarados iban al rescate saliendo victoriosos siempre.
Según Raúl Criollo, “Una de las cosas fascinantes es que las dos figuras más representativas del género, Santo y Blue Demon, se comportaban en la arena como en el set, eran profesionales, se daban con todo con los que se tenían que dar y acabando cada quien se iba a su cámper, no tenían una relación que se extendía más allá del encordado ni más allá del set de filmación”.
También cabe mencionar que los luchadores eran atletas, porque en Europa se pensaba que eran personajes creados para el cine, pero primero se forjaron en la lucha libre, eran campeones en sus divisiones antes de dar el paso al cine, tenían que cubrir su cuota en el cuadrilátero, ya que la gente quería ver de cerca a sus héroes, verlos ganar o perder en un cuadrilátero, sabían que existían en el mundo real y no sólo en una pantalla de cine.
No cabe duda que la Lucha Libre ha forjado su propia historia dentro del séptimo arte y a pesar del tiempo sigue en la mente de los aficionados, quienes se deleitan con sus personajes en los cuadriláteros "a tres caídas y sin límite de tiempo".
Para finalizar, así como el fútbol, el mariachi, la virgen de Guadalupe, el tequila y los tacos son parte de la cultura mexicana (y cada uno tiene su historia y eventos determinantes para convertirse en lo que ahora son), también lo es la lucha libre, las máscaras y la imagen del luchador, cuya importancia se la deben en gran medida al cine, ya que sin él hoy serían algo totalmente distinto.
También cabe mencionar que los luchadores eran atletas, porque en Europa se pensaba que eran personajes creados para el cine, pero primero se forjaron en la lucha libre, eran campeones en sus divisiones antes de dar el paso al cine, tenían que cubrir su cuota en el cuadrilátero, ya que la gente quería ver de cerca a sus héroes, verlos ganar o perder en un cuadrilátero, sabían que existían en el mundo real y no sólo en una pantalla de cine.
No cabe duda que la Lucha Libre ha forjado su propia historia dentro del séptimo arte y a pesar del tiempo sigue en la mente de los aficionados, quienes se deleitan con sus personajes en los cuadriláteros "a tres caídas y sin límite de tiempo".
Para finalizar, así como el fútbol, el mariachi, la virgen de Guadalupe, el tequila y los tacos son parte de la cultura mexicana (y cada uno tiene su historia y eventos determinantes para convertirse en lo que ahora son), también lo es la lucha libre, las máscaras y la imagen del luchador, cuya importancia se la deben en gran medida al cine, ya que sin él hoy serían algo totalmente distinto.